Décima semana

Décima semana: del 7 de abril al 11 de abril.

Esta semana ha comenzado la Semana Cultural en el cole. Las actividades se han llevado a cabo el miércoles y el jueves durante las dos últimas sesiones y el viernes durante toda el día. La temática de este año está relacionada con los carnavales, y como el disfraz elegido ha sido el de emoticonos, hemos centrado el trabajo en las emociones.

Esta semana también se ha puesto en marcha una iniciativa que me hace especial ilusión porque ha sido diseñada por mí para todo el primer ciclo: el frutómetro de Alicia en el País de las MaravillasEsta propuesta surge con el objetivo de fomentar el consumo de fruta en el recreo de una forma lúdica y motivadora. Está ambientada en el mundo de Alicia en el País de las Maravillas, lo que capta rápidamente la atención del alumnado.

Cada grupo del primer ciclo tiene su propio frutómetro. Cada vez que un alumno o alumna trae fruta para el almuerzo, se le pone una cruz en el panel. A medida que van acumulando cruces, se pueden observar los avances de manera colectiva. Cuando logran completar todas las cruces del frutómetro, reciben una recompensa como reconocimiento a su esfuerzo y compromiso con una alimentación saludableEl alumnado se ha mostrado muy ilusionado con esta propuesta y está deseando avanzar en su frutómetro. Esta herramienta no solo promueve buenos hábitos alimenticios, sino también el trabajo en equipo, la constancia y la motivación por superarse.

También tuve la oportunidad de asistir a una sesión con la especialista en Audición y Lenguaje, la única especialidad que me faltaba por conocer. Al igual que me ocurrió con la maestra de Pedagogía Terapéutica (PT), salí encantada con la experiencia. En esta sesión trabajó con una niña con Trastorno del Espectro Autista (TEA) y un niño con discapacidad auditiva y psíquica. La intervención se centró en la estimulación cognitiva integral, trabajando distintas áreas: atención, percepción, lógica, expresión oral y escrita, comprensión y memoria.

La sesión se dividió en tres partes. En primer lugar, empezaron trabajando la atención sostenida y el rastreo visual con una tarea para mantener la atención de forma continuada, localizando estímulos visuales concretos. Ambos alumnos participaron activamente, lo que mostró una buena planificación de la actividad y su adecuada adaptación. Después, trabajaron la expresión escrita y la memoria a corto plazo. Trabajaron con frases desordenadas que debían ordenar correctamente. Esto les permitió reforzar la sintaxis y el uso del lenguaje escrito. Al niño con discapacidad auditiva y psíquica se le propuso un reto adicional: recordar la primera frase tras haber trabajado varias. Esto fue un desafío para él, pero mostró esfuerzo. Por su parte, la alumna con TEA resolvió esta tarea con soltura. Finalmente, jugaron a un juego de memoria en la PDI. El alumno mostró una gran agilidad visual y acertó la mayoría de las parejas, lo que podría deberse a un desarrollo compensatorio del sentido de la vista por su discapacidad auditiva. La niña consiguió una sola pareja, pero participó con interés. Esta sesión fue muy enriquecedora. Me permitió observar cómo una intervención bien diseñada puede adaptarse a las características de cada alumno, potenciando sus capacidades y abordando sus dificultades desde un enfoque lúdico, funcional y significativo.

Durante esta semana llevamos al aula el juego “¿Qué número es?”, creado por mí y basado en el clásico “¿Quién es quién?”. Esta versión adaptada permitía trabajar las centenas, decenas, unidades, números pares e impares, y las relaciones “mayor que” o “menor que” a través de la gamificación. El alumnado estuvo muy motivado y entusiasmado. Todos querían participar. Lo más interesante fue que, gracias al juego, descubrimos que algunos conceptos previamente trabajados, como “par” e “impar”, no los tenían del todo afianzados. Esto nos ayudó a identificar qué aspectos necesitaban ser reforzados y nos recordó la importancia de repasar contenidos mediante el juego, ya que al hacerlo de forma lúdica se detectan con más facilidad posibles lagunas de aprendizaje.

En la asignatura de Valores se trabajó una ficha centrada en la identidad del alumnado, donde cada niño/a compartía información sobre sus gustos, intereses y actividades favoritas en su tiempo libre. Fue una actividad sencilla pero muy significativa. Permite conocer mejor al alumnado, fomentar el respeto por las diferencias y reforzar la autoestima de cada uno, ya que todos se sintieron escuchados y valorados. Es un tipo de dinámica que también favorece el desarrollo de las habilidades sociales, al fomentar la expresión emocional y el reconocimiento de la diversidad del grupo.

Miércoles 9 de abril. Conocemos las emociones.

Dimos comienzo a la Semana Cultural con la actividad de mediación guiada “Mi alfombra mágica”. El alumnado se tumbó en el suelo del aula, cerró los ojos y escuchó un audio relajante que les invitaba a imaginar y a conectar con su mundo interior. Fue un momento de calma y concentración muy especial. Después, trabajamos con “La ruleta de las emociones”. Por turnos, el alumnado giraba la ruleta y debía representar la emoción que les tocaba. El resto de compañeros tenía que adivinar cuál era y compartir una situación en la que se hubieran sentido así. Esta actividad no solo favoreció la expresión emocional, sino también la empatía. 

Terminamos con el bingo de las emociones, una versión adaptada del tradicional bingo donde, en lugar de números, se nombraban emociones. El alumnado debía identificarlas en sus cartones. Fue una forma divertida de reforzar el vocabulario emocional.

Jueves 10 de abril. ¿Cómo me hace sentir?

La jornada comenzó con el cuento de “Sofía, la vaca que amaba la música, una historia entrañable que nos llevó a reflexionar sobre cómo las emociones pueden conectarnos con lo que nos gusta, y sobre la importancia de ser uno mismo y de aceptar nuestras particularidades. El alumnado expresó qué les había transmitido el cuento y compartieron sus propias pasiones y talentos. Después, jugamos al juego de las estatuas con música. Sonaban canciones que evocaban diferentes emociones (alegría, tristeza, enfado, calma...) y el alumnado caminaba interpretando esa emoción. Al parar la música, algunos niños y niñas explicaban qué emoción estaban representando y en qué situaciones la habían sentido. Fue una actividad muy vivencial y significativa.

Terminamos con una propuesta de musicoterapia: Música, emociones y dibujo. El alumnado dibujaba lo que sentía al escuchar diferentes piezas musicales. Me pareció fascinante observar cómo cada niño/a interpretaba las emociones de forma distinta, plasmándolas en colores, formas y escenas que reflejaban su mundo interior.

Viernes 11 de abril. Gymkana de las emociones.

Último día de la Semana Cultural realizando actividades durante todo el día.

A primera hora disfrutamos de una preciosa representación hecha por el profesorado. Fue mágica. El alumnado quedó encantado y yo también. Se notó el esfuerzo y la dedicación de los docentes. Después del teatro fuimos al aula y el alumnado diseñó y pintó un comecocos que luego usaron para hacerse preguntas emocionales entre compañeros/as. Fue una forma divertida de fomentar el diálogo y el autoconocimiento.

A continuación, comenzamos con la Gymkana de las emociones. Se organizaron varias estaciones por distintas aulas del centro:

  1. Pasillo principal: Montaje de un puzzle. El alumnado, organizado por grupos, tuvo que montar un puzzle con imágenes de niños y niñas que representaban distintas emociones.
  2. Sala de profesores: Representamos lo que leemos. De nuevo por grupos, el alumnado elegía un texto de entre los que había disponibles en las mesas. Tras su lectura, debían representar de forma individual, a través de un dibujo, la emoción que ese poema les transmitía. 
  3. Pasillo: Baile de Just Dance. En la PDI del pasillo se proyectaron diferentes vídeos del juego Just Dance. El alumnado bailaba al ritmo de la música, expresando mediante el movimiento distintas emociones asociadas a las canciones.
  4. Biblioteca: Representación de emociones y acciones. De forma individual y por turnos, cada alumno/a escogía dos tarjetas: una de una acción y otra de una emoción. Con una careta puesta —para que no se pudieran ver sus expresiones faciales— debían representar lo que indicaban ambas tarjetas. El resto tenía que adivinar tanto la acción como la emoción.
  5. Aula de religión: Míster Potato. En grupos, el alumnado debía montar un Mister Potato eligiendo piezas faciales (ojos, bocas, cejas, etc.) que reflejaran una emoción concreta.
  6. Pabellón: El juego de las emociones. Versión adaptada del tradicional juego de La patata caliente. El alumnado se colocaba en círculo y recibía cartas con emociones. Mientras sonaba la música, se pasaban una pelota. Cuando la música paraba, el alumno/a que tenía la pelota debía decir en voz alta su emoción. Quienes tuvieran esa misma emoción en su carta debían levantarse, correr y sentarse de nuevo en su sitio antes de ser atrapados por el compañero-a que había dicho la emoción.

La gymkana terminó en la hora del patio y, después de esta, se realizó una manualidad muy especial. Cada niño/a trajo una botella con aceite corporal, a la que añadieron purpurina, estrellas, pompones… El resultado fue precioso. Estas botellas ayudan a calmarse al observar cómo bajan los elementos lentamente, y a muchos les encantó quedarse mirándola un buen rato. Fue un cierre relajante y simbólico de la semana. 

Ha sido una semana muy enriquecedora, llena de aprendizajes emocionales, expresión, creatividad y conexión entre el grupo. Me ha encantado ver cómo los niños y niñas disfrutan aprendiendo, cómo se implican y cómo, a través del juego y la emoción, se crean experiencias memorables. También me ha ayudado a reflexionar sobre la importancia de trabajar la educación emocional de forma sistemática y vivencial. Como futura docente, me llevo muchas ideas y, sobre todo, mucha ilusión.

¿Qué número es?


Ficha: Identidad: Me gusta hacer.

Frutómetro de Alicia en el País de las Maravillas:

Semana cultural










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